sábado, 14 de noviembre de 2020

La edad media creando demonios. Construcción del imaginario visual del Diablo.

Ensayo 
Por Melisa Martinez
Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte, Instituto Superior de Arte “Dra. Olga Blinder”, Licenciatura en Artes Visuales, Asunción, Paraguay


Introducción


La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental comprendido entre los Siglos V y XV. Convencionalmente, su inicio se sitúa en el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América,1​ o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la singularidad de coincidir con la invención de la imprenta —publicación de la Biblia de Gutenberg— y con el fin de la guerra de los Cien Años. (Spalding, 2005).

Según el historiador británico Perry Anderson, suele dividirse en dos grandes períodos: Temprana o Alta Edad Media (ss. v-x, sin una clara diferenciación con la Antigüedad Tardía); y Baja Edad Media (ss. xi-xv), que a su vez puede dividirse en un periodo de plenitud, la Plena Edad Media (ss. xi-xiii), y los dos últimos Siglos que presenciaron la crisis del Siglo XIV. (Anderson, 1979).

“El arte es lenguaje, y nada más que lenguaje” según Hermann Hettner. Y Julius von Schlosser agrega que "el arte, al igual que la lengua, se puede considerar para determinados objetivos científicos-prácticos desde un punto de vista diferente del propio de la creatividad", explicando que el Medioevo se manifiesta anónimo y abiográfico. (Kultermann, 1996).

Mi objetivo es esbozar la construcción del imaginario visual del Diablo cristiano, partiendo desde la Edad Media.


Desarrollo

El Diablo es la personificación del mal tal como se concibe en diversas culturas y tradiciones religiosas. ​Se ve como la objetivación de una fuerza hostil y destructiva. La historia de este concepto se entrelaza con la teología, mitología, psiquiatría, el arte y la literatura, pero desarrollándose de forma independiente dentro de cada una de las tradiciones​. Históricamente en muchos contextos y culturas se le dan nombres diferentes — Satanás, Lucifer, Belcebú, Mefistófeles —, atributos y representaciones. La definición de lo que es un diablo está directamente relacionado con cada cultura (Burton Russell, 1987).

En cuanto a la cultura específica de la Edad Media, Lacarra describe una nota interesante al respecto del imaginario popular del Diablo explicando que algunos intelectuales del Medievo estaban verdaderamente obsesionados con la risa. Unos pocos, siguiendo a Aristóteles, que aseguró que «la risa es propia del hombre», defendían esta manifestación física de un estado de ánimo, pero eran más los que creían que la risa era «parte del diablo» y que conducía a la práctica de acciones bajas. Porque, ¿quién se ríe en lo retablos góticos? Desde luego, Cristo nunca lo hace, ni la Virgen, ni los santos, ni los bondadosos. La sonrisa es propia de los malvados, de los demonios y de sus acólitos (Lacarra, 2008).

La figura del Diablo se metió en la mente de los artistas cuando intentaban representar escenas bíblicas en el arte medieval, pero tuvimos que esperar hasta el Siglo VI para ver la primera representación que se conoce de Satanás en la basílica de San Apolinar el Nuevo ubicada en Rávena, Italia.

Al contrario de lo que nuestra visión contemporánea creería, el Diablo es la figura de color azul. Pero, ¿por qué lleva un nimbo [1]? Este halo representaba el poder para los medievales.




Esta imagen representa al juicio final y Dios (en el centro) está separando a las ovejas de las cabras, las cuales van con el Diablo. Según Antonio García Villarán, de aquí nacen 2 malinterpretaciones: la primera al respecto del macho cabrío y la segunda es una confusión con el color rojo, del ángel de la izquierda. Burton Russel [2] cree que la cuestión del color provenga del dios egipcio Seth, el cuál simbolizaba la sangre, el fuego, las malas cosechas, el desierto y el hambre.



Unos 6 Siglos más tarde, el imaginario fue mutando hasta un gigantesco monstruo de tres cabezas que engullía hombres. Esta versión grotesca la encontramos en el Codex Altonensis, que contiene la Divina Comedia de Dante Alighieri (1265-1321). El manuscrito en italiano fue creado en el norte de Italia hacia 1360, probablemente en Bolonia, y decorado con espléndidas pinturas (Noeske, 2020).

La primera parte del Codex Altonensis, Inferno, está ilustrado por lo que presumiblemente es la mano de un solo artista con una pintura de color opaco coloreada y en parte también ingeniosamente vidriada. En la página 48 aparece el monstruo gigante de 3 caras que va engullendo a hombres. Dante calculó en La Divina Comedia que este demonio medía 1500 metros, y lo describe como un emperador venido a menos, confinado en el hielo hasta el pecho, "un derrotado convertido en impotente por Dios” (García Villarán, 2020).


Conclusión

Si hubo una época de esplendor de las representaciones del Diablo fue la edad media, porque ha sido el momento histórico donde el cristianismo tuvo más auge. Al Diablo siempre lo representaba de manera grotesca "porque lo feo estaba directamente asociado a lo malo".

Una mala interpretación visual de un mosaico del Siglo VI fue la que probablemente dio lugar a relacionar los colores rojo y negro con el Diablo más adelante en la historia. El imaginario medieval, especialista en crear bestias imaginarias, se encargó de convertirlo en representaciones monstruosas, que, a nuestros ojos contemporáneos, serían hasta simpáticas. Estas bestias son las que encontré en la transición entre el Mosaico del Siglo VI y el monstruo del Codex Altonensis que analizo.

Dando un leve salto temporal, quisiera concluir diciendo que este imaginario medieval del Diablo persistió hasta más adelante, cuando Giotto pintó esta representación como parte de su ciclo de frescos (1305) en la Capilla de los Scrovegni en la región de Véneto, Italia. Específicamente, la pared occidental (contra fachada) presenta el Juicio Final; y en el ángulo inferior derecho encontramos de nuevo a nuestro monstruo de 3 cabezas engullendo hombres.

En contraposición a la idea contemporánea del Diablo rojo, en la Edad Media, se sentía con fuerza el color azul vinculado al primer imaginario de este personaje cristiano.




[1] Resplandor o círculo luminoso que se representa encima o detrás de las cabezas de las imágenes divinas o de santos como símbolo del aura que emanaban.

[2] op. cit.