jueves, 10 de diciembre de 2020

El Renacimiento evolucionando demonios

Ensayo
Por Melisa Martínez
Universidad Nacional de Asunción, Facultad de Arquitectura Arte y Diseño, Instituto Superior de Arte “Olga Blinder” – Artes Visuales, Segundo Semestre

Introducción

Mi objetivo es esbozar la construcción del imaginario visual del Diablo cristiano, partiendo desde la Edad Media; y recorriendo la historia del arte.

Renacimiento es el nombre dado en el siglo XIX a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un periodo de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa.

El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por el antropocentrismo. (The Editors of Encyclopaedia Britannica, 2020).


Desarrollo

El Diablo es la personificación del mal tal como se concibe en diversas culturas y tradiciones religiosas. ​Se ve como la objetivación de una fuerza hostil y destructiva. La historia de este concepto se entrelaza con la teología, mitología, psiquiatría, el arte y la literatura, pero desarrollándose de forma independiente dentro de cada una de las tradiciones​. Históricamente en muchos contextos y culturas se le dan nombres diferentes — Satanás, Lucifer, Belcebú, Mefistófeles —, atributos y representaciones. La definición de lo que es un diablo está directamente relacionado con cada cultura (Burton Russell, 1987).

La cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza, la investigación empírica, con especial influencia de la filosofía clásica grecorromana. La estética renacentista se basó tanto en la antigüedad clásica como en la estética medieval, por lo que a veces resultaba algo contradictoria: la belleza oscilaba entre una concepción realista de imitación de la naturaleza y una visión ideal de perfección sobrenatural, siendo el mundo visible el camino para ascender a una dimensión suprasensible. (Eco, 2004).

El historiador suizo Jacob Burckhardt destacaba del Renacimiento el surgimiento del espíritu individualista moderno, que la Edad Media habría cohibido. (Gay, 1974). Y esta idea se ve plasmada en el tríptico “El Jardín de las Delicias” de Hieronymus Bosch, más conocido como El Bosco. “La fe en Dios y la creencia en el demonio estaban entonces muy arraigadas en la gente” según explica Thomas Koster. La propia creencia de El Bosco en el cielo, el infierno y el purgatorio se refleja ampliamente en sus pinturas. (Koster, 2008).





   


El cuadro cuando está cerrado en su parte exterior alude al tercer día de la creación del mundo.

Está pintado en tonos grises, blanco y negro, lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna, aunque también es una forma de conseguir un dramático contraste con el colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado por infinidad de seres. (Romano, 2005).



Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se representa el último día de la creación, con Adán y Eva. En el panel central se representa la locura desatada: la lujuria. En esta tabla central aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la prueba de que el hombre había perdido la gracia. Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se representa la condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apocalíptico y cruel en el que el ser humano es condenado por su pecado. La estructura de la obra, en sí, también cuenta con un encuadre simbólico: al abrirse, realmente se cierra simbólicamente, porque en su contenido está el principio y el fin humano. El principio en la primera tabla, que representa el Génesis y el Paraíso, y el fin en la tercera, que representa el Infierno.

El postigo de la izquierda representa el Paraíso terrenal. El pecado femenino y masculino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra y en las alimañas que vuelan. El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para el Bosco, la guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida, vemos una estructura entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo de la malicia. A su derecha, «una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo», del que surge la serpiente que se enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños contornos de esos montes rocosos del fondo, indican una posible perturbación de la pacífica convivencia. (Wundram, 2005).

La tabla central es el Jardín de las Delicias, propiamente dicho. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición.

El postigo de la derecha representa el Infierno, siendo el que más interesa a este análisis. También es conocido como El infierno musical, por las múltiples representaciones de instrumentos musicales que aparecen. Están pintados los tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo y de innumerables tormentos. ​ (Wundram, 2005). Es una tabla muy sombría en comparación con el colorido de las otras dos tablas: tonos lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego (Romano, 2005).

La tabla se puede dividir en tres niveles. En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego y torturas. La atmósfera resulta totalmente demoníaca (Cirlot, 2007).

En la parte central, aparece un mundo onírico, con criaturas fantásticas, y cuya figura central en un «hombre-árbol» que mira directamente al espectador. Destaca un personaje con cabeza de ave rapaz, sentado en un retrete, y con una caldera en la cabeza. Se piensa que podría ser Satanás devorando a los condenados y defecándolos en un pozo negro en el que otros personajes vomitan inmundicias o excrementan oro. (Romano, 2005).

En la parte inferior a la izquierda aparece un grupo de jugadores atormentados y torturados por demonios en medio de un gran caos, todo lo cual alude a la pereza, la lujuria, y la gula. (Wundram, 2005).


Conclusión

Si hubo una época de esplendor de las representaciones del Diablo fue la edad media, porque ha sido el momento histórico donde el cristianismo tuvo más auge. Al Diablo siempre lo representaba de manera grotesca "porque lo feo estaba directamente asociado a lo malo". Pero esto no se detuvo allí. En El Jardín de las Delicias vemos mutar y multiplicarse al demonio.

Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos en la época del Bosco como jirafas, elefantes, leones, o leopardos, siendo África prácticamente desconocida en Europa. El autor, sólo pudo tener referencia a través de los bestiarios mitológicos medievales (a los que sin duda superó con creces) y los dibujos que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían a Egipto como tema principal. Estas representaciones afirman la idea del Renacimiento evolucionando demonios.

En el tríptico de El Bosco percibimos el esplendor de las ideas del humanismo renacentista, mostrando nuevas ideas del hombre y del mundo, reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, volviendo a los valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval.

El rico y diverso imaginario visual del demonio que nos ofrece El Bosco es una prueba concreta de esta nueva forma de ver el mundo y al ser humano. Las tan divergentes formas del demonio renacentista dejan en claro la sustitución del teocentrismo medieval por el antropocentrismo, además de sumar nuevas metáforas visuales al imaginario diabólico.

 
Bibliografía

Burton Russell, J. (1987). The Devil: Perceptions of Evil from Antiquity to Primitive Christianity. New York: Cornell University Press.

Cirlot, L. (2007). Museo del Prado I, Col. «Museos del Mundo», Tomo 6. Madrid: Espasa.

Eco, H. (2004). Historia de la belleza. Barcelona: Lumen.

Gay, P. (1974). Style in History. New York: New York: Basic Books.

Koster, T. (2008). 50 Artistas que hay que conocer. Barcelona: Oceano.

Romano, E. (2005). «Bosco», Los grandes genios del arte, Nº 25. Madrid: Unidad Editorial, S.A.

The Editors of Encyclopaedia Britannica. (22 de Octubre de 2020). Obtenido de Renaissance: https://www.britannica.com/event/Renaissance

Wundram, M. (2005). «El Prerrenacimiento» en Los maestros de la pintura occidental. Colonia: Taschen.


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